Un viajero llegó a un templo budista en una mañana fría y se acercó al monje a preguntarle lo siguiente:
“¿Alguna vez has pensado que has desperdiciado tu vida?”
— Nunca, ¿por qué?
“Siento que estoy desperdiciando la mía. ¿Cómo puedo dejar de desperdiciarla?”
— Ve tus zapatos.
“¿Qué tienen?”
— ¿Ves lo sucios que están? Aún no estás preparado.
“¿Cómo me preparo?”
— Vuelve mañana temprano y cuida que tus zapatos vengan relucientes.
“No entiendo”
— Hazlo y nos vemos mañana.
El viajero regresó a su cuarto, tomó otro par de zapatos y los dejó relucientes.
Al siguiente día, tomó sus zapatos y se dirigió al templo, pero en el camino pisó una pila de lodo.
Al llegar al templo, el monje le dijo:
— Muéstrame tus zapatos.
El viajero le enseñó sus zapatos con manchas del lodo.
— Siguen sucios. Vuelve mañana.
El viajero regresa a su cuarto, y les pone bolsas de plástico para que no se ensucien. Sin embargo, en el camino nuevamente se ensucian por la polvareda que dejó el aire.
Y así sucedió durante varios días.
El viajero probaba una nueva forma de mantener sus zapatos limpios, pero en el camino se ensuciaban y el maestro le pedía que volviera al día siguiente.
Finalmente, el viajero decide comprar unos zapatos nuevos, ponerlos en una caja, guardarlos y llegar hasta el templo.
Unos pasos antes de entrar, se cambia los zapatos viejos por aquellos relucientes, pero el maestro se da cuenta y le dice:
— Hiciste trampa. Estos zapatos no han sido usados nunca. Vuelve mañana.
En ese momento el viajero explotó:
“Eso no es posible. El camino está lleno de lodo, polvo, y suciedad.
No hay forma de llegar hasta aquí con los zapatos limpios, no importa cuantas veces lo haga.”
El monje sonrió.
— Lo has entendido finalmente.
“¿Qué cosa?”
— Si sientes que pierdes tu vida es porque tratas de alcanzar lo imposible.
Debes entender que no hay un camino puro o fácil.
En vez de evitar desperdiciar tu vida, piensa cómo puedes disfrutarla, aún con tus zapatos sucios.
Por ahí hay una frase del filósofo William James que dice: “las personas pueden cambiar sus vidas, si cambian su actitud mental”.
Ahora te toca a ti reflexionar, ¿qué actitud tienes cada día?
¿Decides tomar control de tu “película”?
¿O dejar que otros la dirijan por ti?
Anónimo.